En Sion y en nuestro hogar, entender por qué alguien actúa de cierto modo puede llevarnos a la empatía. Sin ese entendimiento, corremos el riesgo de malinterpretar sus intenciones, enfadarnos y finalmente convertirnos en enemigos.
Por eso, Dios enfatizó el valor de entendernos y considerarnos mutuamente, resaltando el “amaros los unos a los otros” como enseñanza esencial del nuevo pacto.
Los miembros de la Iglesia de Dios reflexionan sobre el sufrimiento, el dolor, la vergüenza y los insultos que el Padre y la Madre han soportado por cada uno de nosotros. Y al despojarse del viejo hombre que vivía solo para sí, se esfuerzan por transformarse en un nuevo hombre que considera al prójimo, se rinde a los demás, y practica activamente el amor.
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. […] Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan 4:16–21
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